Educar hijos sin dejar heridas emocionales

Todos los seres humanos tienen necesidades emocionales específicas, pero en su totalidad el amor, la comprensión y la aceptación son necesidades básicas a cubrir a la hora de educar a los hijos.

Cada personalidad en nuestros hijos nos enseñan como educarlos. El Sanguíneo tiene necesidad de aprecio, aceptación y halagos. El Colérico tiene necesidad de sentirse importante, parte de las decisiones familiares y de controlar. El Melancólico tiene necesidad de comprensión y de apoyo. El Flemático tiene necesidad de paz, quietud y ayuda.

Si tú aprendes sobre la personalidad de tus hijos, lograrás educar hijos sanos, emocionalmente y sin dejarles heridas que los marcarán por el resto de su vida.

La disciplina y la sujeción a determinadas normas y principios no la debes descuidar, porque eso graba en la mente de tus hijos un mensaje que les dice “te amo, eres valioso para mí”. Si no hay límites, ni consecuencias para el quebrantamiento de esos límites, tus hijos se sentirán desprotegidos y con el mensaje  que les dice “haz lo que quieras, ni siquiera me importas”.

Hay dos hábitos que no debes aplicar a la hora de educar a tus hijos

1. Excesiva protección: La excesiva protección de los hijos los hace egocéntricos y temerosos de las cosas que sus padres justamente temen que les ocurra. Los niños aprenden rápidamente a leer nuestras emociones. Sus cuerpos pueden sanar con mucha más facilidad las caídas, las quemaduras y los golpes de la vida. En cambio, sus emociones no pueden sanar tan fácilmente el espectáculo de ver a sus padres tensos, afligidos o histéricos por estas minúsculas experiencias. La madre temerosa que le prohíbe a su hijo que juegue al fútbol le hace más daño a su desarrollo emocional, por sus repetidas expresiones de temor, que el perjuicio que le puede significar al hijo perder un diente o romperse una pierna. Las fracturas se sueldan y los dientes se pueden reemplazar, pero solo un milagro pude sanar las heridas del temor en sus emociones.
2. Dominación: Los padres intolerantes y explosivos (que normalmente son los coléricos y melancólicos) que dominan la vida de sus hijos o que los critican en cada uno de sus fracasos, les crean un sentimiento de duda, inseguridad y temor fomentando la baja autoestima. Los hijos necesitan ser corregidos pero de una forma positiva y para su bien. A la par que señalas a tus hijos sus errores, debes señalar sus triunfos y rasgos positivos de su personalidad, o al menos hacerle ver su error sin que les quede la menor duda que los amas hagan lo que hagan.

La desaprobación es el golpe más devastador que un ser humano puede aplicarle a otro. Mientras más nos ama una persona (hijo o cónyuge) más debemos buscar el área de su vida donde podamos demostrarle nuestra aprobación.

Un padre comentaba, con orgullo, que jamás le había pegado a su hijo. Al mirar a su pequeño hijo de 10 años con una mirada de temor decía “prefiero veinte mil veces, que me castigue físicamente y no, que me critique, insulte y me desapruebe por cada cosa que hago”

Como padre debes expresar tu amor hacia tus hijos, aun en el momento de aplicar una corrección. Si no lo haces así, lastimarás sus emociones con heridas de temor cuyas cicatrices serán indelebles pero profundas. Hieren más las palabras de críticas y quejas constantes, que una corrección amorosa en el momento justo.

Así que recuerda NO LO SOBREPROTEJAS ni trates de DOMINARLO.

Déjame tu comentario que con gusto te responderé.

Silvana Benitez – Consejera para Padres

 

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